lunes, 12 de mayo de 2008

Insultos si, insultos no




No se debe pensar que quienes insultan porque no ven reflejados sus ideales de victoria, no pueden ser simpatizantes de Plaza Colonia.

Desde que el fútbol es fútbol existe una añeja tradición interpretativa de comprender y explicar un mundo cargado de sentidos, en donde los aspectos simbólicos cobran una relevancia notable para entender el porqué de los insultos.

En este torneo Clausura en el que abundan las irregularidades e inestabilidades futbolísticas, el patablanca es uno más, con sus picos y sus bajones que hasta fueron aprovechados en su momento para hacer política.

Y el elenco coloniense que pasó del día a la noche, dejando puntos en el camino que se pueden llegar a extrañar al terminar este certamen y ahora se aprovecha de una nueva situación positiva para ubicarse cerca del objetivo de entrar en la promoción.

Resultados hubo y buenos, el triunfo a domicilio ante Sud América y la Asociación Atlética Durazno, la goleada a Villa Española, el empate a Cerro Largo en Melo y el pasado ante Rocha en un partido de trámite cambiante y un final incierto.

Que Plaza Colonia no pueda contar Osvaldo Carro a veces se nota y mucho. Por momentos parece un elenco 'osvaldocarrodependiente' es que el veterano volante es un handicap demasiado importante, casi fundamental.

Pero el objetivo no está logrado aún. Va en camino de que si pero quedan 180 minutos en dos finales una fuera y la última en casa. De allí que haya simpatizantes que crean que el esfuerzo debió ser mayor, que la cosa estaba como para liquidarlo y no se supo como.

El insulto sirve de algo? Seguramente no, pero cumple su objetivo de llamar poderosamente la atención. Tampoco se puede pretender que traigan una bandera para arropar al cuadro y se comporten como si se tratara de un retiro espiritual.

De todos modos, hay que decir que en este Clausura el equipo siempre ha mostrado fútbol en cuentagotas. Le cuesta manejar los partidos a través de la tenencia del balón, supo ganar puntos por eficacia y por el aguante de los de atrás y nada más.

Pero cuando esa defensa parece encontrar solidez, ahora se vuelve a convertir en otro punto flojo, producto de distracciones y errores individuales que terminan en goles.

Para evitar insultos hay que revalidar actitudes y aptitudes. La actitud, de las canchas bravas y ante rivales de envergadura. Y la aptitud para salir a jugar al fútbol, sin dejarse llevar por ansiedades que confunden, y para demostrar hasta lo último la capacidad de entrar en la promoción.

El objetivo es alcanzable, pero no con esta realidad de tantos altibajos que embargó al equipo en varios pasajes del último partido. Es que sino, los insultos nunca se van a transformar en aplausos.
Foto: Barra de los Pibes del Pozo.

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